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viajera de la vida, de este viaje breve.....

Sunday, October 30, 2011

I Heart Huckabees (Extrañas coincidencias), sicología en tiempos de retail.

 

A las 8 el desayuno, 30 minutos para almorzar, 8 horas por trabajar, 7 horas de sueño. 1 café a medio día, una manzana a las 5. No olvidar pasear al perro, su comida y su agua. Y todo vuelta a empezar.
Una sábana representa el universo, una roca es custodiada como tesoro de unos ambientalistas,  una pareja de autoproclamados “detectives existenciales” corren tras sus pacientes….. son situaciones que convergen en esta película de supuestas coincidencias.
El director David O. Russell nos detalla irónicamente “el mundo feliz “que nos hemos inventado. Un mundo de idolatración de la iconografía gringa, donde a falta de “sentido por la vida”….. buenas son las tortas.
Albert (Jason Schwartzman), un joven activista de una organización ambientalista, se ve enfrentado a las inseguridades y el sinsentido en su vida gatillado por Brad Stand  (Jude Law ). Este último es un ejecutivo sin escrúpulos cuyo único interés es seguir trepando en la compañía Huckabees. A su vez Brad tiene como pareja a una hiperventilada Dawn Campbell (Naomi Watts),  modelo, que es la cara de Huckabees, quien en su búsqueda de su propia identidad reconoce a los menonitas como su nuevo estilo de vida por lo que es retirada de su trabajo de “rostro publicitario”.
Albert cree en las coincidencias y se obsesiona con reiterados encuentros con un joven africano. Para entender estas coincidencias recurre a Bernard (Dustin Hoffman) que junto a su esposa Vivian (Lily Tomlin),  lo ayudan con su terapia existencial de una forma muy particular. Albert, ya en terapia, tiene un “otro” con quien se apoyan en descubrir sus traumas. También conoce a Caterine Vauvan (Isabelle Hupper) quien fue alumna de Bernard y Vivian y aplica sus conocimientos en forma distinta a sus mentores lo que hace patente una disputa entre las distintas “terapias”.
“¿Debo seguir haciendo lo mismo? ¿hay esperanza?”
“Todos esta conectado y todo importa, no tenemos un solo átomo que no haya sido forjado en el horno del Sol”
“El Universo es una esfera infinita, su centro está en todos lados, su circunferencia en ninguno”.
“¿Por qué tener hijos es el logro más importante de la gente exitosa?”
“¿Cómo no soy yo mismo?”
Textos como estos son los que invaden un guión remarcado por la cursilería y el sarcasmo. Apoyado de una cámara objetiva, una música repetitivamente desesperante y plagada de planos medios, I Heart Huckabees es una protesta social al adormecimiento de nuestros sentidos, provocados por una rutina tediosa, donde el “tener” es la consigna de todo ciudadano que busca una identidad en un mundo retail: un mundo basado en los productos en serie. Donde ciudadanos, enfermos ya por sus rutinarias vidas en una acción desesperada buscan pequeños mentores, llámese sicólogos, chamanes, couching que les dan “un camino” de esperanza en que apoyarse.
Me es inevitable recordar otra película que nos muestra este síntoma social: El Club de la Pelea, dirigida por David Fincher con un sólido Edward Norton y Brad Pitt donde el protagonista busca cobijo en sesiones de autoayuda.
Y sin ir más lejos recuerdos mis pasos por sesiones de couching, que me enseñaron entre otras cosas a crear objetivos, alcanzarlos y comprometerme a un costo de romper mis paradigmas, mis creencias y mi vida hasta ese momento. (nada tan terrible después de todo).
¿Por eso me interesó comentar esta película? …mmm …es probable.
Me interesa ver como estas sociedades han ido evolucionando en las comunicaciones, nuestra comprensión de los seres humanos a partir de cómo nos comunicamos, una comprensión que está sujeta en la forma de percibir el entorno y nosotros en él, es como funciona nuestro pensamiento y racionalidad.
Es impresionante la evolución de la forma que nosotros, los humanos, hemos tenido de comunicarnos a través de la historia. En un principio signos, con una vaga intención comunicativa, el humo, el telégrafo etc. Y como cada una de ellas ha transformado en forma importante a cada una de esas personas que las usó en su momento. Por ejemplo, lo impresionante que fue poder comunicarse por teléfono la primera vez que se implantó el sistema, antes de que se masificara. Como dos personas distantes eran capaces de interactuar, de compartir su espacio de mundo, de crear realidades. Pues eso es lo que nos pasa a los humanos en el diario vivir, se crean realidades nuevas a cada minuto de nuestras vidas.
Y es el punto de vista frente a este mundo lo que nos ha marcado por siglos.
La adaptación a cada una de estas “revoluciones” de las comunicaciones es lo que vale la pena destacar, y es adaptación lo que necesitará el hombre frente a esta nueva era de la informática, nuestra concepción de seres humanos frente a un entorno virtual, tendrá que modificarse como lo ha hecho durante la historia humana.
Para Jeffrey Fisher, experto en estudios medievales de Yale University, “el deseo de ser virtual es un deseo religioso de trascendencia”, “ El ciberespacio es el paraíso posmoderno, en el cual olvidamos los males de nuestras vidas pasadas, lo que es posible con la virtualización de nuestros cuerpos”.
Una noción que ha repercutido en nuestra comunicación es la separación entre lo real y irreal, que esta estrechamente ligada a la incorporeidad. Ya que cada vez con mayor frecuencia una parte importante de nuestras vidas transcurre en zonas que pueden ser consideradas “simulaciones”. Por ejemplo hacemos negocios “reales” en mundo “virtuales”.
Según  la socióloga Sherry Turkle autora del ensayo “life in the screen” (vida en la pantalla), habrán nuevas formas de referirnos a nuestros cuerpos virtuales. “la práctica de la simulación nos confrontará con un nivel en el cual nuestros cuerpos están en nuestras mentes y nuestras mentes en nuestros cuerpos”, “ y de cómo los pensamientos acerca de nuestros cuerpos construyen nuestra identidad, nuestra sexualidad”.
Paul Virilio arquitecto y filósofo francés va más lejos y reemplaza el concepto de simulación por la suplantación. La realidad virtual ya no es simulación de la realidad, es su suplantación, lo que llama realidad actual. “entramos a un mundo donde ya no hay una sino dos realidades. La realidad se convertido en simétrica. Y el día en que la realidad virtual sea más poderosa que la realidad será el día del gran quiebre. La humanidad nunca ha experimentado un accidente tan extraordinario” .
Virilio frente a la idea de trascendencia o virtualización del cuerpo, no considera que lo que esté en juego sea el cuerpo en sí mismo, sino su entorno y su extensión. “en las tecnologías digitales hay algo divino. La interacción en el ciberespacio es una búsqueda de Dios. De ser Dios. De estar Aquí y allá”.
¿A dónde vamos?. ¿De donde venimos? Estas son algunas de las preguntas que el hombre en toda su historia ha tratado de responderse, y es en este afán de conocer más su entorno, y de sí mismo es que ha llegado a estos niveles tan grandes de creación.
El ser humano incluso en su frustración se ha empecinado en la especialización, el hombre se estructura, focaliza su atención llevado por sus gustos personales, lo que lo llevan de acuerdo a ese contexto a ver el mundo que lo rodea y a interpretarlo. I Heart Huckabees nos muestra esta no adaptación al sistema, esta protesta por como usamos el entorno, como socializamos, como en un mundo cargado de comunicaciones hemos perdido paradójicamente la esencia de comunicarnos. No expresamos, no gesticulamos, no protestamos, no destacamos, no sentimos. Mientras mas inadvertido sea, menos riesgosa es mi existencia.
Mientras menos pienso…más existo.


Lightning Over Water. Develando el artificio: Directores a escena.

Re-ver una película puede ser un tedio algunas veces, pero esta me provoca todo lo contrario. Es en estos casos en que agradezco mi falta de memoria y puedo una y otra vez sorprenderme con un imagen, una textura, un encuadre, un color. Algo que antes para mi era un defecto, creo que le he encontrado el buen sentido.
Relámpago sobre el Agua es la película dirigida y escrita por Win Wender y Nicholas Ray en 1980.
“¿La representación de la realidad es arte o no es arte?” “¿y la realidad es fantasía o no es fantasía?” estas dos preguntas dichas por Nicholas Ray en la película remarcan el “estilo” del film.
Win, un joven director alemán para su trabajo para hacer el último proyecto de un moribundo Nicholas Ray, quien padece de cáncer.  Ray, es un veterano director de cine de películas tan emblemáticas como “Rebelde sin Causa” (1955) protagonizada por James Dean.
Win y Ray tiene cosas en común. Ambos son vagabundos por lo que he averiguado de sus vidas. Ambos tienen la necesidad de explorar. Win en sus road movies, su necesidad de sumergirse en otros caos urbanos. “Mis historias se originan en ciudades, paisajes y carreteras. Un mapa es como un guión para mí.”  Y Ray  viviendo entre Paris, Madrid y NY con proyectos no terminados.
En la filmografía de Win, esta película también es un “viaje”. Es el viaje de su amigo a otra dimensión: la muerte del cuerpo y el viaje a la inmortalidad. Y este viaje tiene que ver también con la búsqueda, de cómo representar la muerte de un amigo.
Por tanto “Relámpago sobre el agua” es un viaje de viejos amigos, explorando un formato.
Y para ello optan por 35 mm y el video.
En 35 mm hacen ficción de la realidad. Y en video un asistente filma el making off, o “reality” de lo que sucede.
¿es cine?, ¿es un documental?, ¿es un reality?
Cumple con ser cine en términos de formato, se usa 35 mm y tiene una factura limpia. ¿es un documental?, sí, pues nos muestra la realidad de un hombre llamado Ray en sus últimos meses de vida. ¿Es un reality?…sí, pues la realidad otra vez se hace presente poniendo los personajes en escena tal cual son.
Siempre he pensado que el arte ha ensayado una experiencia de lo real, entendiendo que una experiencia de lo real, es una alteración de los hábitos de percepción y comprensión del mundo. Por eso me hace sentido el experimento de Win con el uso del video que para mi es notable en la película. Porque de esta manera me salgo de la limpieza del 35 mm y me doy cuenta una vez mas que esto es realidad. Esto esta realmente pasando. Ray se esta muriendo, y esa realidad es tan dura y concreta como el formato video. Son pequeñas cachetadas que me vuelven a lo ineludible, lo fuerte que es morir frente a las cámaras. La realidad imperfecta. Lo finito. Y claro me recuerdo de mi abuela, que cuidamos por tres años hasta su muerte por  un cáncer a lo huesos y me hace ser más empática en lo que veo. Lamento en mi caso no haber filmado esas intimas vacilaciones, sus recuerdos, sus lúcidos recuerdos de una vida absolutamente atípica.
¿Qué puede ser tan importante para un director como para salir de detrás de las cámaras?, ¿qué impulsa a Wenders para mostrarse e inmortalizarse sobre el plató?
Creo que la intención de mostrar la realidad tal cual es en este caso: la muerte inminente de Ray. Pues es algo ineludible, una realidad que amerita el “mostrarse”, el decir “este es el juego”, pero frente a este otro juego: “la muerte” …..ya no se puede ganar…y frente a esto nos rendimos. ¡Hey mírenos!, así somos, ya no hay nada mas que hacer. Pero hagámoslo con clase, como sabemos hacerlo, a nuestro modo. Buscando el resquicio.
Siempre se ha dicho que el cine inmortaliza. Creo que Ray quería ser recordado incluso de esta manera. Es como torcer el destino o quitarle terreno a la muerte.
Me hace sentido el parche en el ojo de Ray: con su muerte luego de este film, está su vida medio develada por este registro …..pero para siempre, como queriendo exorcizar la muerte.
Al remirar esta vez la película me quedo pegada con el color rojo del pijama de Ray.
Un color perfectamente bien elegido, pues hace contrastar la blancura del protagonista quien al acostarse en su cama con una colcha beige esta perfectamente armónico en lo tonal. Una armonía que me descoloca por la fuerza de la escena de padecimiento de Ray.
New York es un protagonista también. Y pasa a ser el enlace entre una escena y otra. Grandilocuente, imponente, impávido a las miles de historias que se entrelazan y perturban. Silencioso desde las alturas, burbujeante en lo terrenal. Se muestra como lo perdurable, lo que queda en contraposición a esta “crónica de una muerte anunciada”. Y a nuestros protagonistas solo les queda rendirse ante ella, asumiendo la tragedia de la muerte y de todo lo que significa.
Otra imagen que me quedó dando vuelta es la de Susan Ray, la esposa de Ray, a quien muestran haciendo su rutina de yoga con un albo atuendo, ensimismada, ajena a los lamentos de Ray. Tratando de sopesar lo ineludible. Flexible, joven. Joven como el equipo técnico que también pasan a ser protagonistas en este viaje por velero junto a las cenizas de Ray, comentando, respirando, bebiendo, casi celebrando la osadía terminada.
Me quedo con una frase de Win : “la realidad es nuestra historia por el momento”. Y la rescato por lo que vivo en estos días: una nueva realidad que me inventé desde hace una año, al dejar de trabajar en una empresa y vivir al día.