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viajera de la vida, de este viaje breve.....

Sunday, October 30, 2011


Lightning Over Water. Develando el artificio: Directores a escena.

Re-ver una película puede ser un tedio algunas veces, pero esta me provoca todo lo contrario. Es en estos casos en que agradezco mi falta de memoria y puedo una y otra vez sorprenderme con un imagen, una textura, un encuadre, un color. Algo que antes para mi era un defecto, creo que le he encontrado el buen sentido.
Relámpago sobre el Agua es la película dirigida y escrita por Win Wender y Nicholas Ray en 1980.
“¿La representación de la realidad es arte o no es arte?” “¿y la realidad es fantasía o no es fantasía?” estas dos preguntas dichas por Nicholas Ray en la película remarcan el “estilo” del film.
Win, un joven director alemán para su trabajo para hacer el último proyecto de un moribundo Nicholas Ray, quien padece de cáncer.  Ray, es un veterano director de cine de películas tan emblemáticas como “Rebelde sin Causa” (1955) protagonizada por James Dean.
Win y Ray tiene cosas en común. Ambos son vagabundos por lo que he averiguado de sus vidas. Ambos tienen la necesidad de explorar. Win en sus road movies, su necesidad de sumergirse en otros caos urbanos. “Mis historias se originan en ciudades, paisajes y carreteras. Un mapa es como un guión para mí.”  Y Ray  viviendo entre Paris, Madrid y NY con proyectos no terminados.
En la filmografía de Win, esta película también es un “viaje”. Es el viaje de su amigo a otra dimensión: la muerte del cuerpo y el viaje a la inmortalidad. Y este viaje tiene que ver también con la búsqueda, de cómo representar la muerte de un amigo.
Por tanto “Relámpago sobre el agua” es un viaje de viejos amigos, explorando un formato.
Y para ello optan por 35 mm y el video.
En 35 mm hacen ficción de la realidad. Y en video un asistente filma el making off, o “reality” de lo que sucede.
¿es cine?, ¿es un documental?, ¿es un reality?
Cumple con ser cine en términos de formato, se usa 35 mm y tiene una factura limpia. ¿es un documental?, sí, pues nos muestra la realidad de un hombre llamado Ray en sus últimos meses de vida. ¿Es un reality?…sí, pues la realidad otra vez se hace presente poniendo los personajes en escena tal cual son.
Siempre he pensado que el arte ha ensayado una experiencia de lo real, entendiendo que una experiencia de lo real, es una alteración de los hábitos de percepción y comprensión del mundo. Por eso me hace sentido el experimento de Win con el uso del video que para mi es notable en la película. Porque de esta manera me salgo de la limpieza del 35 mm y me doy cuenta una vez mas que esto es realidad. Esto esta realmente pasando. Ray se esta muriendo, y esa realidad es tan dura y concreta como el formato video. Son pequeñas cachetadas que me vuelven a lo ineludible, lo fuerte que es morir frente a las cámaras. La realidad imperfecta. Lo finito. Y claro me recuerdo de mi abuela, que cuidamos por tres años hasta su muerte por  un cáncer a lo huesos y me hace ser más empática en lo que veo. Lamento en mi caso no haber filmado esas intimas vacilaciones, sus recuerdos, sus lúcidos recuerdos de una vida absolutamente atípica.
¿Qué puede ser tan importante para un director como para salir de detrás de las cámaras?, ¿qué impulsa a Wenders para mostrarse e inmortalizarse sobre el plató?
Creo que la intención de mostrar la realidad tal cual es en este caso: la muerte inminente de Ray. Pues es algo ineludible, una realidad que amerita el “mostrarse”, el decir “este es el juego”, pero frente a este otro juego: “la muerte” …..ya no se puede ganar…y frente a esto nos rendimos. ¡Hey mírenos!, así somos, ya no hay nada mas que hacer. Pero hagámoslo con clase, como sabemos hacerlo, a nuestro modo. Buscando el resquicio.
Siempre se ha dicho que el cine inmortaliza. Creo que Ray quería ser recordado incluso de esta manera. Es como torcer el destino o quitarle terreno a la muerte.
Me hace sentido el parche en el ojo de Ray: con su muerte luego de este film, está su vida medio develada por este registro …..pero para siempre, como queriendo exorcizar la muerte.
Al remirar esta vez la película me quedo pegada con el color rojo del pijama de Ray.
Un color perfectamente bien elegido, pues hace contrastar la blancura del protagonista quien al acostarse en su cama con una colcha beige esta perfectamente armónico en lo tonal. Una armonía que me descoloca por la fuerza de la escena de padecimiento de Ray.
New York es un protagonista también. Y pasa a ser el enlace entre una escena y otra. Grandilocuente, imponente, impávido a las miles de historias que se entrelazan y perturban. Silencioso desde las alturas, burbujeante en lo terrenal. Se muestra como lo perdurable, lo que queda en contraposición a esta “crónica de una muerte anunciada”. Y a nuestros protagonistas solo les queda rendirse ante ella, asumiendo la tragedia de la muerte y de todo lo que significa.
Otra imagen que me quedó dando vuelta es la de Susan Ray, la esposa de Ray, a quien muestran haciendo su rutina de yoga con un albo atuendo, ensimismada, ajena a los lamentos de Ray. Tratando de sopesar lo ineludible. Flexible, joven. Joven como el equipo técnico que también pasan a ser protagonistas en este viaje por velero junto a las cenizas de Ray, comentando, respirando, bebiendo, casi celebrando la osadía terminada.
Me quedo con una frase de Win : “la realidad es nuestra historia por el momento”. Y la rescato por lo que vivo en estos días: una nueva realidad que me inventé desde hace una año, al dejar de trabajar en una empresa y vivir al día.

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